Por: Ben Schneider Empresario*
La intensidad de la competencia, el dinamismo del mercado y la turbulencia inducen a los gerentes a acelerar sus actividades, a aumentar los presupuestos, a acortar los ciclos de aprendizaje, y con esto generan una gran presión sobre las estructuras de la organización.
Para asegurar los resultados, combinan el crecimiento con ajustes en costos y con la introducción de nuevas técnicas de gerencia. Al principio, los resultados parecen acompañar, pero al cabo de unos meses la presión y la carga de trabajo se hacen crónicas y se inicia un ciclo perverso que más temprano que tarde le pasa la factura a la organización.
La presión irracional por resultados hace que la compañía "se dispare" en varias direcciones, muchas veces perdiendo el enfoque estratégico y al final sus colaboradores pierden productividad, se desmoralizan, entran en una crisis de energía y se sobrevienen renuncias masivas.
Un estudio realizado por el profesor Bruch de la Universidad de St. Gallen y el doctor Menges de la Universidad de Cambridge da cuenta de este fenómeno al que denominan la trampa de la aceleración. Al estudiar a 600 compañías encontraron que el 60% respondía a las características de este fenómeno. El 80% de los ejecutivos reconoció trabajar bajo constante presión, 75% indicó que las prioridades de sus empresas cambiaban frecuentemente haciendo que el personal se confunda fácilmente, 83% manifestó que no veía la luz al final del túnel, situación que afectaba severamente la moral de la organización.
Es preciso estar atento y reconocer si la empresa ha caído en esta trampa, ya que el mismo estudio da cuenta de que si se detecta el problema a tiempo, es posible, con la ayuda de los colaboradores, identificar lo que no es necesario hacer, para reenfocar la estrategia de la organización hacia un crecimiento racional y sostenido en que se privilegie el enfoque y consistencia de las acciones por tomar, así como el bienestar del recurso humano, principal activo de toda organización moderna.
(*) Presidente de COM S.A.
Fuente: El Comercio
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