Santiago Álvarez de Mon, profesor del IESE y autor del caso, explica que la investigación, inspirada en "el deportista más admirado de España", se traducirá al inglés y se utilizará para las clases que la escuela de negocios imparte en España, pero también viajará al nuevo campus del IESE en Nueva York, así como a los programas que desarrolla en América Latina y China. Las lecciones que se pueden aprender sobre cómo Rafa Nadal ha gestionado su carrera deportiva "son universales" y se pueden aplicar tanto a presidentes de grandes compañías, como a jóvenes profesionales que están empezando en el mundo corporativo, asegura el autor. Para los noveles, el tenista es un ejemplo de cómo cultivar valores como humildad, disciplina o sacrificio para que la meta no sólo sea llegar a lo más alto, sino saber mantenerse en la cumbre sin perder la perspectiva. Para los que ya han llegado a la cima de su carrera profesional, el tenista es un modelo de cómo plantearse el futuro en un puesto que tiene fecha de caducidad.
Álvarez de Mon explica que lo importante es saber que nada es para siempre y que ser el número uno no es un título vitalicio. Afrontar esta situación desde un punto realista y "cobrar perspectiva con el personaje que representas es esencial para poder disfrutar de tu condición de ex", apunta. Tras varias entrevistas con el deportista y las personas de su entorno para desarrollar el caso, el profesor del IESE considera que Nadal es plenamente consciente y habla abiertamente de su futuro. "Es un hombre joven, de 22 años, que no tiene ganas de dejar lo que hace y no visualiza su retirada deportiva a corto plazo", sin embargo, habla abiertamente de su futuro y se prepara para el día en que deje de ser el número uno del tenis. "Nadal ha sido capaz de invertir en la persona (y no sólo en el profesional)" para ser capaz de vivir y disfrutar otras facetas más allá de un título deportivo. "Lo que haga en el futuro, sea lo que sea, lo hará con intensidad", apunta el autor del caso, para quien la clave de afrontar el futuro, así como plantear el relevo en las cúpulas directivas, pasa por ser conscientes de que "un cargo es algo circunstancial" y hablar de ello como algo natural. "La retirada siempre llega, y hay que saber diferenciar entre el personaje y la persona", lo que requiere un trabajo importante de reflexión y "disciplina mental". Y para eso, no basta con tener talento, también hay que entrenarlo.
Talento
Para Álvarez de Mon, el talento es algo que se encuentra en el ADN, pero "que luego hay que trabajar y fomentar". Rafa cogió una raqueta por primera vez con sólo tres años, y fue su tío Toni Nadal (ahora su entrenador) quien descubrió que el pequeño tenía talento sólo con ver cómo había colocado las piernas sin que nadie le hubiera enseñado. A los doce años, se proclamaba campeón de Europa de su categoría. "En el talento, hay una parte precoz, que es innata" y ahí es donde entra en juego la figura del coach, "responsable de identificar, seleccionar y desarrollar ese talento", señala el profesor del IESE. Pero, ¿qué proporción es cosa de la naturaleza y hasta dónde se puede entrenar? "A veces, es difícil saber quiénes somos, pero sí conocemos qué no somos", apunta Álvarez de Mon, para quien lo importante "es que si no se trabaja un don, éste no va a cuajar", y al revés, por mucho que alguien se esfuerce en ser algo para lo que no tiene talento, nunca podrá despuntar. Como ejemplo, este experto recuerda la trayectoria deportiva de Michael Jordan, cuya carrera llegó a su máximo exponente con el baloncesto. Sin embargo, cuando el jugador intentó replicar su éxito en otras disciplinas, como el béisbol, no lo consiguió.
El autor del caso señala la importancia del entorno que rodea a Nadal como estímulo para desarrollar el talento. Su familia, su entrenador, sus amigos o su novia conforman el nexo del jugador con la realidad. En el caso de Rafa, las personas que le rodean desempeñan el papel de asesores, pero cualquier decisión sobre su carrera siempre depende de él. Fue así incluso cuando, a los 12 años, tiene que elegir entre seguir con el fútbol, deporte en el que también despuntaba, o dedicarse en cuerpo y alma al tenis. Como cualquier niño que quiere jugar con sus amigos, habría elegido el fútbol, aunque fue su familia quien le ayudó a valorar el talento que tenía para el tenis. Ahora, tal como explica su manager, el ex tenista Carlos Costa, el equipo que rodea a Rafa Nadal sigue siendo importante en su carrera, no sólo desde un punto de vista técnico, sino también aportando "positivismo en los momentos bajos". Para Costa, "la cabeza supone el 90% en el éxito de un tenista".
Para Álvarez de Mon, los adjetivos que definen la personalidad de un deportista de élite como Nadal, y que se podrían aplicar a un alto directivo, son disciplina, constancia, energía y perseverancia. En su opinión, "hay que trabajar estas cualidades día a día", aunque, "el tándem invencible es el formado por la combinación de carácter más talento". En el caso de Rafa Nadal, el talento es algo innato que ha ido desarrollando a lo largo de toda su vida deportiva de la mano de su tío y entrenador, mientras que el carácter se forja en el ámbito profesional, pero también en el personal. Cuando el tenista español era sólo un niño de ocho años, ya ganaba en torneos donde competían otros jugadores cuatro o cinco años mayores que él. "Es en esa época donde los padres juegan un papel fundamental para que no se crea el éxito", ahora, ese papel lo completa el manager, la familia, los amigos, la novia e incluso Manacor (su pueblo natal), es decir, todo su entorno, apunta el profesor del IESE.
El caso también hace referencia a la relación de Nadal con el tenista suizo Federer. "Son dos caballeros que compiten de forma muy elegante", apunta Álvarez de Mon, que recuerda que Nadal ha propuesto a su rival como aspirante al premio Príncipe de Asturias (premio anual de carácter internacional que se concede en 8 categorías, incluyendo la deportiva). La última final del Open de Australia fue un ejemplo de la buena relación que mantienen ambos jugadores pero, sobre todo, fue una lección de cómo perder y ganar con elegancia. Hasta llegar a ese momento y ser el número uno del mundo, Nadal había sido derrotado en varias ocasiones por Federer, actualmente el número dos, pero la perseverancia y el aprendizaje contribuyeron, entre otras cosas, al resultado de la final en Australia, donde se impuso el tenista español. Para Álvarez de Mon, una cualidad que debe tener todo ejecutivo "es una disposición natural al aprendizaje y mantener una relación natural con el error".
Lecciones del número uno del mundo
Pero, ¿qué puede aprender un directivo de Rafa Nadal? En opinión de Santiago Álvarez de Mon, hay diez lecciones claves:
- Talento. Cada persona nace con un talento diferente. La clave está en elegir una profesión que permita desarrollarlo. Si bien el talento está marcado por la genética, es necesario entrenarlo para que aflore con fuerza. Rafa Nadal empezó a jugar al tenis con cinco años, a los siete ganó su primer campeonato, a los doce se proclamó campeón de Europa en su categoría y a los 22 años fue proclamado número uno del mundo.
- Carácter. El tenista español es un ejemplo de cómo un carácter fuerte y decidido puede impulsar una carrera hasta la cima. Junto al talento, el carácter es el segundo motor de un tándem invencible.
- Aprendizaje. En el deporte y en la empresa, es necesario tener una relación natural con el error y estar dispuesto a emprender. En Nadal, no todo es técnica, sino también control mental e inquietud por aprender constantemente. Hasta desbancar a Federer como número uno del mundo, el español fue derrotado en varias ocasiones por su rival.
- Valores. Antes de llegar a ser el número uno, hay que trabajar valores como la humildad para tener raíces sólidas para afrontar el éxito, pero también para saber diferenciar a la persona que está detrás del personaje deportivo y mediático.
- Equipo. Un tenista es un ejemplo de un competidor en solitario en la pista, pero siempre cuenta con un equipo que le apoya. El entrenador o el manager ejercen como asesores fuera del terreno de juego, pero una vez que el partido ha comenzado, la responsabilidad recae íntegramente en el tenista, al igual que en el ejecutivo. En la soledad del poder, siempre hay compañía en la sombra.
- Mentalidad positiva. Hay deportistas que pierden un partido antes de jugarlo. El secreto radica en ver el problema y convertirlo en oportunidad, aunque para eso, además de perspectiva, también hay que ejercitar la fortaleza mental para dar lo mejor en los momentos más difíciles.
- Entorno. El entorno familiar es clave no sólo a la hora de recordar a una estrella mediática quién es y de dónde viene, sino también cuando se está forjando su personalidad.
- Coach. Una persona con talento suele ser la última en darse cuenta que lo tiene. La labor del buen coach es identificarlo, seleccionarlo y adiestrarlo correctamente para que éste se desarrolle. En el caso de Nadal, fue su tío Tony quien descubrió el talento del pequeño cuando éste tenía tres años y, al final, se convirtió en el entrenador del número uno del mundo.
- Presión. La única forma de soportar la presión de la alta competición es relativizar y saber que hay algo más que ganar una copa.
- Colaboradores. El riesgo de un alto ejecutivo o de un deportista de élite es rodearse de gente que sólo dice lo que uno quiere oír.
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