Una nueva orientación dentro de la RSE pone a la familia en el centro de la escena en la relación entre la persona con el mundo del trabajo.
El IESE, una de las escuelas de negocios más prestigiosas de Europa con sede en Barcelona, desarrolló el concepto de "empresas familiarmente responsables". Una de las abanderadas de esta nueva filosofía gerencial es Nuria Chinchilla, profesora del IESE, quien dirige anualmente un estudio que evalúa y premia aquellas organizaciones que por sus políticas y prácticas de trabajo facilitan la vida familiar de sus empleados.
Cambiar la cultura de empresas "diseñadas por varones del siglo pasado", como dice Chinchilla, es una tarea de largo aliento. Interesarse por la vida personal de los empleados, con políticas que se traduzcan en tiempo para dedicar a la pareja o los hijos, debe ser una prioridad. Sólo así aquello de que "la gente es el activo más valioso de nuestra organización", una frase que suelen repetir los gerentes, dejará de ser solamente un cliché.
"El concepto de empresas familiarmente responsables está en auge, aunque se trate de algo todavía poco conocido. Las empresas son cada vez más conscientes de que el equilibrio personal repercute en el rendimiento y la productividad", dice Chinchilla.
El IESE considera una empresa familiarmente responsable a aquella que "se esfuerza para que sus empleados puedan realmente mantener un equilibrio sano entre su trabajo y su familia". Según el IESE, este equilibrio "es esencial para el bienestar de sus empleados y su capacidad de compromiso con la empresa".
Horarios flexibles y trabajo a distancia, revisar la política de traslados, tener guardería en el lugar de trabajo y otorgar viajes familiares como bonus, son algunas de las acciones que distinguen esta política.
Estas prácticas han surgido porque han cambiado las prioridades de los profesionales al entrar a una empresa y en la forma como se evalúa el desempeño de un empleado. Con el ingreso masivo de la mujer al mercado laboral y la aparición de las llamadas "familias de doble ingreso", en las que tanto el hombre como la mujer son profesionales que aportan al mantenimiento del hogar, la flexibilidad en el trabajo marca la diferencia entre una empresa y otra.
Diversos estudios concluyen que las compañías preferidas por los ejecutivos ofrecen primero oportunidades de desarrollo profesional y segundo, flexibilidad para combinarlo con la vida personal. Sorpresivamente el sueldo queda relegado a un tercer lugar.
Trabajar por resultados y no por horas de presencia en la oficina se convierte así en un principio de las empresas familiarmente responsables. En algunas compañías es "bien visto" que un empleado permanezca en la oficina hasta altas horas de la noche, lo que, por supuesto no es sinónimo de productividad.
Sin embargo, aplicar estos conceptos a una compañía no es sólo cuestión de flexibilizar los horarios. Se mide también si las empresas otorgan licencias de maternidad o paternidad mayores a las que exige la ley o permisos para que un empleado pueda cuidar durante algunos meses a un hijo que padezca de una enfermedad crónica.
Otra característica de las empresas familiarmente responsables es la capacitación. Ofrecen cursos a sus empleados en temas que van desde la administración del tiempo hasta el manejo del estrés. Preparan a través de seminarios a quienes van a salir de la compañía por recortes de personal para ayudarles a conseguir trabajo nuevamente.
En la Argentina una encuesta realizada en 2003 por Gallup y la Universidad Austral mostró que para el 82% de los encuestados "lo más importante" de su vida eran sus seres queridos, y que la vida familiar impactaba "mucho" sobre el desempeño profesional.
El informe destaca la necesidad de cambiar el paradigma de la cultura del trabajo que consideraba a la familia como algo indiferente al mundo del trabajo, que veía a la mujer madre profesional como un costo y no como una inversión.
A primera vista, mejorar estos indicadores sólo traería beneficios para los empleados. Sin embargo, estudios como el del Instituto Familia y Trabajo, con sede en Nueva York, concluyen que el impacto de aplicar políticas que promuevan la autonomía y la flexibilidad en el trabajo es dramático. El nivel de compromiso de los empleados que laboran en empresas con estas características es de 82 por ciento, más del doble que el de compañías en donde marcar tarjeta y trabajar 12 ó 14 horas es el común denominador.
domingo, 25 de enero de 2009
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