En primer lugar cabe preguntarse hasta que punto es una industria con futuro y la respuesta es que sí, entre otras, por las siguientes razones:
* A diferencia de otros tipos de activos más sofisticados y también más complejos (i.e. productos estructurados, hedge funds, etc), en los que incluso los inversores cualificados tienen dificultades para entender y valorar los riesgos que están asumiendo, el private equity es un asset class que se entiende: Los fondos se invierte en compañías que operan en la economía real, intervienen en su gestión para mejorar su posición competitiva y su cuenta de resultados con el objetivo de vender las participaciones con un beneficio al cabo de un plazo medio de entre 3 y 6 años. Warren Buffet dice que solo invierte en productos que su abuela pueda entender. Pues bien, éste es sin duda uno de ellos.
* En un entorno de creciente dificultad para acceder a la financiación bancaria y en el que el mercado de emisiones de deuda corporativa está cerrado, una de las pocas fuentes de financiación a largo plazo disponible para las compañías son los fondos de private equity.
* Las rentabilidades de los fondos de private equity que han realizado sus inversiones entre años 2005-2007 no van a ser las esperadas. Pero aun así, el inversor que compromete recursos en fondos private equity de forma profesional y sistemática, diversificando por gestoras y por "añadas", sabe que muy pocos activos ofrecen a largo plazo la combinación de rentabilidad y riesgo que puede ofrecer este asset class.
* Por último, la historia demuestra algo que es intuitivamente bastante obvio: los fondos de private equity que se han invertido en la parte baja del ciclo, son los que han obtenido las mayores rentabilidades al aprovechar las grandes oportunidades de inversión que surgen tras un período de contracción económica o recesión.
* Desde el lado de los inversores institucionales, se mantiene la tendencia a aumentar el porcentaje de activos gestionados que se destinan al segmento del private equity. En este sentido, el Barómetro Internacional del Capital Riesgo realizado por Coller Capital para el año 2009 confirma el apetito de los inversores institucionales por este asset class. Así, por ejemplo, el 96% de los inversores encuestados prevén mantener o aumentar sus asignaciones a fondos de private equity en el 2009 y se mantienen moderadamente optimistas en cuanto a las rentabilidades esperadas (un 43% espera obtener rentabilidades superiores al 16% anual en los próximos 3-5 años).
Por todas estas razones, parece que la industria del private equity tiene todavía mucho recorrido y continuará aumentando su peso en el conjunto de la economía mundial. Sin embargo, no hay duda que en los próximos años asistiremos a una redefinición de la misma en torno, entre otros, a los siguientes pilares básicos:
* Disminución de las valorazaciones de las compañías en las que invierten los fondos, con una fuerte contracción los ratios de apalancamiento.
* Regreso, en Europa, al modelo de los fondos locales de tamaño pequeño o medio (entre 200 y 1.000 millones de euros). Estas gestoras, en general,
o se han mantenido fieles a su estrategia de inversión original y no han entrado en la rueda de hacer crecer el tamaño de sus fondos a cualquier precio y
o han sido capaces de obtener la mayor parte de la rentabilidad gracias a que su habilidad para transformar las compañías en las que invierten, mejorado su posición competitiva y sus resultados y, en mucha menor medida, gracias a ratios altos de apalancamiento o a la mejora en los múltiplos de salida respecto a los de entrada. A este respecto, el barómetro de Coller Capital permite extraer otra conclusión importante: los inversores instituciones creen que los fondos pequeños y medianos podrán acceder a más operaciones y obtendrán en el futuro mejores rentabilidades que los mega-fondos.
* Nuevo impulso a las operaciones de capital expansión (el dinero entra en las compañías y no en el bolsillo de los accionistas), situaciones especiales (i.e. reestructuraciones, consolidación mediante procesos de integración, etc.) y proliferación de fondos sectoriales, de mezzanine y locales.
* Proceso natural de selección de las mejores gestoras. Los inversores institucionales serán muy exigentes a la hora de aprobar un compromiso de inversión en los nuevos fondos de gestoras con las que ya han invertido y muchas desaparecerán. Según el estudio de Coller Capital, 4 de cada 5 inversores institucionales creen que no renovarán su confianza a alguna de las gestoras con las que ya han invertido en el pasado.
* Transformación de los mega-fondos, que tendrán que reestructurar sus equipos, redefinir su estrategia, diversificarse respecto al tipo de operaciones que realizan y especializarse por sectores o zonas geográficas.
* Desarrollo del mercado secundario impulsado por (i) la necesidad de hacer liquidez por parte de muchos inversores y por (ii) la necesidad de reestructurar las carteras de fondos de private equity, redirigiendo los capitales comprometidos hacia las mejores gestoras. El problema viene dado por la dificultad de valorar adecuadamente una participación en un fondo que puede estar ya invertido en un número significativo de compañías.
* Aumento del interés por los fondos que tienen capacidad para invertir en Asía. Es un mercado que ofrece un gran potencial pero en el que existen una serie de barreras de entrada importantes, que lo hacen muy poco accesible para los inversores institucionales europeos y norteamericanos.
* Impulso de los fondos de fondos de private equity. Muy pocos inversores institucionales tienen los recursos humanos y la experiencia para hacer un análisis sistemático y profesional de los distintos fondos de private equity que se lanzan al mercado cada año en el mundo entero. Por ello, en los próximos años veremos un desarrollo importante de los fondos de fondos de private equity que, además, estarán en mejores condiciones para aprovechar las grandes oportunidades que van a surgir en el mercado secundario.
La industria del private equity está llamada a jugar un papel importante en el proceso de recuperación de las economías de todo el mundo, sustituyendo a otras fuentes de financiación, ayudando a transformar compañías y creando riqueza y empleo, pero para ello deberá sufrir un proceso de transformación importante para adaptarse a un entorno que ha cambiado de forma dramática en un plazo muy corto de tiempo.
Pablo Díaz-Lladó Prado es socio de GBS Finanzas
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